La gota de sangre, novela corta de Emilia Pardo Bazán, publicada en 1911, es, según la crítica, la iniciadora del género policiaco en España. Porque la autora, dentro de sus múltiples facetas, también estaba interesada por el misterio, por lo dramático, por la tragedia, y por lo detectivesco, como había dicho unos años antes: Cuando leo en la prensa el relato de un crimen, experimento deseos de verlo todo, los sitios, los muebles, suponiendo que averiguaría mucho y encontraría la pista del criminal verdadero.
En esta novela, Selva, el detective aficionado, va a resolver un crimen, con el deseo de solucionar, al mismo tiempo, su "vacío" existencial, su neurastenia; así, aconsejado por su médico, se dedica a explorar almas, ya que (le dice), No hay vida humana sin misterio. Y ese enigma, el hallazgo del cadáver de un hombre de negocios, le sirve a la escritora gallega para penetrar en la psicología de los personajes, y para plantear posicionamientos ante la realidad.
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