La vida de Ed Kennedy deja mucho qué desear. Es un ordinario taxista, mal jugador de póker y un pésimo donjuán. En su vida nunca pasa nada fuera de lo común. Y así hubiera seguido su triste vida si un día por pura casualidad no hubiera frustrado un asalto al banco. Ahí es donde tuvo que jugar el papel de un mensajero. ¿Quién lo eligió? ¿Con qué finalidad? Pregúntame algo más sencillo...
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